El yerno de Leinai Lei estaba por irse de la casa, parece que la relación entre el hombre y la hija de esta abuela maraca no iban bien, pero la mina pues ya saben cómo es, le gusta el sexo y la tentación de hacerle un favor manual al yerno la llevó a manosearle la pichula, no hablaba nada, ninguno lo hacía, él sabía lo que ella quería y la dejó ser, Leinai no mamó el pico pero ganas no le faltaron, la vieja cumplió su palabra, solo tenía esa curiosidad de sentir en sus manos la verga que por años dio placer a su hija y al juzgar por su expresión facial la mina estuvo contenta y triste... triste porque ese macho está por dejarla, contenta por sentir el calor de la crema que logra sacar de esa nutria.