No era un día especial, no pasaba nada fuera de lo común, solo que al amanecer ella dormía y estaba desnuda porque sentía calor, abrí la ventana de la pieza y su poto se vio como algo divino, el culo de una deidad y sus tatuajes la hacían ver más puta, más perra, así como me gustan las minas, la tula se me puso dura y pensé que esa sería una cacha de las más duras y placenteras que ella iba a recibir de mi parte, no la más sádica pero sí una de las que la harían delirar y eso pasó, la penetré casi sin avisarle y ella parecía enloquecer, prendí un cigarro y se lo pasé para que se calme, mi pico entraba y no dejaba el humo entrar, casi mato de tanta pichula a mi perrita.